PALMYRE ROS
Y LA PRENSA CLANDESTINA DE MUJERES
BAJO EL FRANQUISMO
Claudio Rodríguez Fer*
Claudio Rodríguez Fer*
Cuando la profesora bretona Palmyre Ros, hija de exiliados y joven militante de las Juventudes Comunistas de España en Francia, promovió en Vigo, durante la dictadura del General Franco, la primera revista clandestina de mujeres de la historia de Galicia, no podía imaginar que, más de medio siglo después, la volvería a ver impresa en edición facsímil. Y tampoco podía imaginar, cuando fue detenida y encarcelada por la policía franquista, que cincuenta y cuatro años más tarde volvería a Vigo para recibir el reconocimiento y el cariño que no sabía que merecía por su pionera labor cívica en el movimiento de liberación de las mujeres y por su ejemplar lucha política y cultural antifascista. Además, pasadas más de cinco décadas, aparentemente olvidada la revista secuestrada y aparentemente borrado el rastro del paso de su directora por Galicia, le hubiera parecido un milagro que alguien las encontrase y las honrase, a ella y a su publicación prohibida, para recuperarlas en un libro, en un premio y en una serie de emotivos y concurridos actos públicos.
FOTO 1. Libro sobre Palmyre
Ros y la revista Alborada
Pero
ni en la historia ni, por supuesto, en esta historia existen los milagros.
Existe la sororidad, en este caso encarnada por la ensayista y profesora María
Lopo, que descubrió la publicación y la mujer que había tras ella; existe el
compromiso político y social, en esta ocasión representado por la Fundación 10
de Marzo, que editó el libro y concedió el premio; existe la memoria solidaria,
recuperada por todos los colaboradores y participantes en la obra y en los
actos; existe la investigación, iniciada por el historiador Francisco Xavier Redondo Abal, quien nos dio la primera
noticia de la existencia de Palmyre Ros en su libro Arelas de liberdade na
Galiza. Galegos perante o Tribunal de Orde Pública (TOPGAL, 1964-1976).
En
efecto, en 2017, Francisco Xavier Redondo Abal, bibliotecario en la Universidad
de Santiago de Compostela, anotó en su listado de procesados por el TOP la
existencia del affaire Palmyre Ros, haciendo constar el nacimiento de esta en
Rennes; en 2018, interesada por este último dato, María Lopo, que vivió cinco
años en Rennes, en cuya Universidad de la Alta Bretaña dio clase, publicó
varios libros y se doctoró en Literatura Francesa, buscó y encontró, tras
muchas tentativas, el contacto con Palmyre Ros a través del pintor y
memorialista Mariano Otero, hijo del periodista y profesor allí exiliado
Antonio Otero Seco; en 2019, los activos activistas Ricardo Gurriarán y Emilio
Crespo, asumieron, en representación de la Fundación 10 de Marzo, la
elaboración y publicación de una obra sobre Palmyre Ros y su revista,
complementando la investigación de María Lopo con otros testimonios y
documentos; y, finalmente, en 2020, la Fundación 10 de Marzo invitó a Palmyre
Ros a regresar a Galicia para presentar en Vigo el libro sobre ella el 6 de
dicho mes y para recibir al día siguiente en Santiago de
Compostela el Premio 10 de Marzo (fecha del asesinato en Ferrol de los
trabajadores Amador Rey y Daniel Niebla a manos de la policía franquista
durante las reivindicaciones de 1972), que se concede anualmente a luchadores
comprometidos con los derechos laborales y con la defensa de la democracia y de
la libertad (y que este año obtuvieron también los esforzados sindicalistas
Berta Trigo y Plácido Cal).
FOTO 3 Mariano Otero, María
Lopo, Gabrielle Garcia y Claudio Rodríguez Fer en un acto de los hijos del
exilio en Rennes
Se
trata, pues, de una larga cadena solidaria, como lo es siempre la de la
resistencia en la que estuvimos, estamos y estaremos, a la que tuve la honra de
contribuir indirectamente desde que, sabiendo que le interesaría, pasé a María
Lopo el libro sobre el TOP de Redondo Abal (bibliotecario con quien tengo la
suerte de trabajar en la Cátedra Valente de Poesía y Estética), y de
beneficiarme directamente de la amistad establecida en París y en Galicia con
los admirables y encantadores Palmyre Ros y su marido Enrique Burgaleta, con
quienes tuve el placer de revisitar el monumento a los exiliados españoles
muertos por la libertad en la Francia ocupada por los nazis que se encuentra en
el cementerio parisiense de Père-Lachaise.
FOTO 4 Palmyre Ros, María
Lopo y Enrique Burgaleta en el monumento a los españoles muertos por la
libertad en París
Todos
estos entusiastas esfuerzos produjeron el libro titulado Palmyre Ros e a
revista Alborada (Vigo, 1966), Un proyecto pioneiro de prensa clandestina de
mulleres, cuya edición coordinó y presentó el doctor en Historia e
incansable publicista de la memoria política, social y cultural de Galicia
Ricardo Gurriarán, quien además se ocupó específicamente en dicho volumen del
militante comunista Carlos Núñez, figura clave en el entramado resistente del
Vigo antifranquista. Por su parte, el profesor y sindicalista Emilio Crespo,
que fue secretario general de la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras
en Galicia, aportó las conversaciones telefónicas realizadas por los promotores
del libro con Palmyre Ros y con la histórica maestra Antía Cal y su hija Antía
Beiras, así como presentó y comentó interesantes documentos del sumario del TOP
contra la joven activista francesa. Entre estos se encuentra muy
significativamente el poema “El crimen fue en Granada”, escrito por Antonio
Machado a propósito del asesinato de Lorca, en un papel mecanografiado que le
fue requisado a la detenida por la policía franquista, “siempre ávida de
cultura”, como tan irónicamente diría Valente.
La
propia Palmyre Ros dio su propio testimonio en el texto titulado “Resistir”,
que muy lúcidamente termina, citando a la resistente Lucie Aubrac, recordando
que el verbo resistir siempre se debe conjugar en presente. Así se conjugó
aquí, precisamente, la memoria de Hixinio Beiras Cal, hijo del matrimonio izquierdista
y galleguista que apoyó a Palmyre Ros en Vigo; la de Véronique Calvez, actual
directora de la Alianza Francesa de Vigo, centro donde dio clase la profesora
rennesa hasta su detención, y la de José María Mella, antiguo alumno de la
docente detenida y actual catedrático emérito de la Universidad Autónoma de
Madrid, pues entre los tres aportan otras tantas perspectivas necesarias y
complementarias.
FOTO 5 Emilio Crespo, Amelia
Pérez, Magis, Palmyre Ros, Ricardo Gurriarán, Enrique Burgaleta y Honorio
Cardoso en la antigua cárcel de Vigo
La
peripecia viguesa de Palmyre Ros y el análisis de la citada revista Alborada
fueron trazados por María Lopo, acaso predestinada a ocuparse de ello por
su quíntuple condición de natural de Vigo, de antigua estudiante de la misma
Alianza Francesa en la que sucedieron los más decisivos hechos de esta
historia, de galicista permanentemente vinculada al Rennes natal de la
profesora bretona, de reconocida investigadora del exilio antifranquista y de
ciudadana siempre comprometida con la memoria y la vindicación de los derechos
de las mujeres. Así, tras dar noticia del nacimiento en Rennes de Palmyre Ros,
en el seno de un matrimonio de exiliados españoles durante la ocupación nazi de
Francia, la investigadora gallega se remonta a los orígenes proletarios y
laicos de aquel, socialistas por parte de madre, republicanos y de formación
libertaria por parte de padre, Germinal Ros, quien fue militante comunista
antes, durante y después de su exilio.
Tras
ello, se explica que, siguiendo la política comunista de infiltración en la
sociedad española durante el franquismo, Palmyre Ros trabajase, entre 1963 y
1966, como profesora en la Alianza Francesa de Vigo, a donde llevó libros
prohibidos e ideas allí entonces novedosas sobre la liberación de la mujer que
divulgaba entre la juventud estudiante. Es en este contexto en el que concibió
la revista de mujeres que recibió el esperanzador título de Alborada, de
la que consiguió editar dos números en 1966, aunque el segundo ya no pudo ser
distribuido, al ser su directora detenida por la policía franquista, no por
casualidad durante una sesión cinematográfica en la misma Alianza Francesa. Tras
ser encarcelada, consiguió la libertad condicional por su nacionalidad extranjera,
lo que le permitió ser exfiltrada a Francia. En consecuencia, fue declarada en
rebeldía por la supuesta justicia española y sentenciada en 1967 a un año de
prisión menor y diez mil pesetas de multa, debiendo asumir además costes
procesales, acusada junto a otros camaradas de propaganda ilegal.
María
Lopo dio cuenta del historial investigador que permitió finalmente realizar
esta edición facsímil de los dos números de Alborada, particularmente
importantes por tratarse de la primera revista de mujeres hecha en Galicia,
cuyo contenido analizó detalladamente, así como las posibles continuaciones con
la misma cabecera. Se trata, pues, de un hito en la prensa clandestina antifranquista
gallega y en la historia del movimiento de liberación femenina que merece tanta
atención como reconocimiento, más allá incluso de la cuestión femenina, pues
los temas abarcados por la revista se extienden a otros asuntos de interés
formativo o informativo en la época, como fueron las aproximaciones realizadas
al arte denunciador de Goya, a la figura del galleguista exiliado Castelao o al
aperturismo ideológico del Concilio Vaticano II.
En
Alborada se pueden leer, a propósito de las mujeres y con firmas
encubiertas que acaso incluyen los simbólicos nombres para las mujeres gallegas
de la poeta Rosalía (de Castro) y de la ensayista Concepción (Arenal),
artículos sobre los orígenes de la desigualdad según los teóricos del
socialismo Bebel y Engels, los conceptos básicos del contradiscurso feminista
(patriarcado, sexo y género, emancipación, independencia), los análisis
marxistas sobre poder sexual en relación al matrimonio o a la prostitución, el
feminismo de Stuart Mill citado de su obra La esclavitud femenina
prologada en castellano por Emilia Pardo Bazán, el caso de la dirigente
comunista Dolores Ibárruri como ejemplo de superación personal femenina, la
reivindicación de la igualdad salarial y laboral frente a la sobreexplotación
de las proletarias, la problemática específica de las trabajadoras gallegas, la
necesidad de la incorporación de las mujeres a la universidad, el entonces
actual informe sobre mujer y educación publicado por la UNESCO en 1965, la
resistencia activa de las mujeres gallegas contra la construcción del
destructivo embalse de Castrelo de Miño a partir de 1965 y un largo etc.
En
este mes de marzo de 2020, Palmyre Ros regresó a Galicia en medio de una nueva
alborada memorialista que le permitió presentar el libro en Vigo junto a Ramón Sarmiento,
secretario general de Comisiones Obreras de Galicia; Amelia Pérez, secretaria comarcal
del mismo sindicato en dicha ciudad, y los citados María Lopo y Ricardo
Gurriarán, así como recibir en Santiago de Compostela el Premio 10 de Marzo que
concede la Fundación homónima que preside el histórico líder sindicalista Xan
María Castro Paz (precisamente uno de los detenidos tras los asesinatos
policiales de 1972). Todo ello propició, pues, momentos de emocionantes
reencuentros de Palmyre Ros con antiguas amistades, como con la nonagenaria Antía
Cal y sus hijos Antía e Hixinio Beiras, y por supuesto con todos los solidarios
coautores del libro. Y también propició nuevos encuentros con otros entusiastas
participantes en el homenaje, desde el escritor y expresidente de la Real
Academia Gallega Xesús Alonso Montero, quien dedicó al tema el artículo
“Antifranquismo e feminismo” en el diario La Voz de Galicia (14-3-2020),
a los colaborativos profesores y sindicalistas Honorio Cardoso y Emilio
Fernández Zunzunegui (Magis).
Palmyre
Ros y la familia de la que procede encarnan buena parte de la más comprometida
historia del proletariado militante de la España y de la Europa del siglo XX,
al igual que su compañero de vida y de luchas Enrique Burgaleta, cuya dramática
y novelesca trayectoria familiar representa las desventuras y las
contradicciones del exilio español en la Francia capitalista y en la Alemania
socialista, algo de lo cual testimonió anónimamente él mismo en el libro L’exil
comme patrie. Les réfugiés communistes espagnols en RDA (1950-1989), publicado
en Rennes por Aurélie Denoyer en 2017. Mas tras décadas de combate contra la dictadura franquista, la
pareja Ros Burgaleta continúa colaborando en París con el memorialismo
antifascista de Les Amis des Combattants en Espagne Républicaine y de la
Association 24 août 1944, además de ocuparse activamente de la solidaria
defensa de los inmigrantes y solicitantes de asilo de hoy a través del
Mouvement contre le Racisme et pour l’Amitié entre les Peuples.
De
los dos, que padecieron las consecuencias de los peores desastres de la
historia de España y de la humanidad, como también de su valedora María Lopo,
especialista rigurosa y a la vez emocionante en recuperar la memoria del
humanismo resistente contra la barbarie, cabe decir, parafraseando palabras
musicadas por el cantautor brasileño Vinícius de Moraes: si todo el mundo fuese
como ellos, qué maravilla sería vivir.
FOTO 8 Claudio Rodríguez
Fer, Palmyre Ros y Enrique Burgaleta ante el monumento a Rosalía de Castro de
Santiago de Compostela
Para finalizar, traduzco del gallego
al castellano una inscripción poética que publiqué en mi libro Ámote
vermella en recuerdo de todas las mujeres antifascistas que llegaron a
pagar su compromiso con la muerte, pero también a las que padecieron cárcel,
exilio o censura, como fue el caso de Palmyre Ros y de las pioneras de Alborada:
Las asesinaron,
pero siempre estarán vivas en
nosotros.
Las encarcelaron,
pero siempre estarán libres en
nosotros.
Las exiliaron,
pero siempre estarán dentro de
nosotros.
Las acallaron,
pero siempre hablarán para nosotros.
* Claudio Rodríguez Fer, escritor e investigador
literario y memorialista, es director de la Cátedra José Ángel Valente de
Poesía y Estética de la Universidad de Santiago de Compostela y presidente de
la Asociación para la Dignificación de las Víctimas del Fascismo en Galicia.
Ejerció como profesor visitante en universidades de Nueva York, de Bretaña (es
doctor Honoris Causa por la Universidad de Rennes y presidente de honra de la
asociación Memoria del Exilio de los Republicanos Españoles del Finisterre) y
de París, donde colaboró con los hijos del exilio antifranquista y donde
conoció a Palmyre Ros y a Enrique Burgaleta.
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